jueves, 22 de noviembre de 2012

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Entonces él lo escuchó todo. Esa conversación con sus padres en la que decían que el jamás merecería estar con ella por el simple hecho de no poseer tantas ganancias como ella poseía. Avergonzado y lleno de dolor decidió coger la puerta y marcharse, y cuando ella se percató de esto corrió hacia el llamándole a gritos y intentando retenerlo. Fue demasiado tarde, pues el no quiso escuchar, no atendía a razón ninguna y quería marcharse. Ella admitió dejarlo todo, se arrepintió y volvió a echarle cosas en cara. El se fue fundiéndose en la noche y de pronto desapareció por completo. Ella intentó buscarlo pero no lo halló en ningún sitio y entonces fue cuando decidió subir a su habitación y derramar lágrimas sin cesar. Pasaron siete años y ninguno supo nada del otro, hasta que finalmente el destino quiso que se reencontraran, pero cada uno había encontrado parejas nuevas. ¿Quién pensaría que de un amor de verano fueran a quedar tantos sentimientos? Pero quedaron, y siguieron ahí hasta que las cosas prosiguieron como debían de proseguir y ella acabó quedándose con el. Tiempo después y por desgracia, uno de los dos dejó de recordar todos esos primeros momentos vividos. Pero el otro, escribió un diario contándolo todo y rememorando la historia cada día. Y así fue, como mantuvieron el amor siempre vivo.


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